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Anselmo Miguel Nieto

Heredero de la tradición de los grandes maestros de la pintura

Anselmo Miguel Nieto fue uno de los más relevantes retratistas españoles del siglo XX y, en general, de la historia de la pintura de nuestro país. Vivió el momento de desarrollo y apogeo de la corriente modernista española, con centro en Cataluña; se relacionó con la élite cultural del momento, nombres tan conocidos como Romero de Torres, Zuloaga, Ricardo Baroja, Valle-Inclán… y a muchos de ellos los representó en sus retratos, pero sus musas o modelos preferidas fueron las mujeres, muchas de ellas conocidas en la época, bailarinas, actrices… Se convirtió así en el pintor por excelencia de la mujer, bella y sensual. Sus desnudos femeninos apenas encuentran competidor en la pintura española e internacional. 

  
Autorretratos

Se atribuyen varias causas al desconocimiento u olvido de su pintura, entre ellas la continua negativa del pintor ante los certámenes oficiales, pues su única preocupación fue la pureza y la perfección de su arte, aunque también se debe tener en cuenta que el tipo de pintura al que se dedicó, tan alabada y halagada a principios de siglo, pronto perdió popularidad en pos de un arte más moderno, siguiendo la estela de lo que se estaba desarrollando en el resto de Europa, en busca de un avance cultural del que adolecía el país tras la posguerra y el inicio de la dictadura.

Sin embargo, su memoria y la valoración de su obra se ha ido recuperando gracias a diversos estudios, exposiciones y homenajes. Entre ellos, la monografía Anselmo Miguel Nieto, vida y pintura, realizada por José Carlos Brasas Egido y publicada en 1981 por la Institución Cultural Simancas, bajo el patrocinio de la Diputación de Valladolid. En 1998, el Ayuntamiento de Valladolid organizó en la Sala de la Pasión la exposición “Anselmo Miguel Nieto, pintor vallisoletano de la generación del 98”, además de otras muchas exposiciones y artículos publicados en medios de comunicación, a los que nos unimos con esta nueva entrada de nuestro blog.

Biografía
Anselmo Miguel Nieto inició su formación como artista en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal y allí conoció a Aurelio Arteta, pintor con el que labró una amistad que se mantuvo durante toda su vida. Años después, hacia 1900, se trasladó a Madrid, para poder estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, entonces dirigida por José Martí y Monsó, y asistir a las clases del Círculo de Bellas Artes. Al ser consciente de su gran potencial, la Diputación de Valladolid le animó a viajar y estudiar primero en Roma y posteriormente en París, donde se dejó influir por las escenas de la vida parisina. Fue en la capital francesa donde obtuvo su primer gran triunfo.

Al regresar a España, escogió Madrid como ciudad en la que asentarse e iniciar su carrera artística. Dedicó su vida y su obra a retratar a bellas mujeres. Su fama aumentó al conseguir en el año 1910 la primera medalla de la IV Exposición Internacional de Barcelona por su obra La dama de rosa, un retrato modernista. Tan solo dos años después celebró su primera exposición en solitario en Madrid, en el salón de “La Tribuna”, la cual gozó de un gran éxito. En estos años se convirtió también en un habitual de la célebre tertulia que se realizaba en el Nuevo Café de Levante, dirigida por Valle-Inclán y Ricardo Baroja.

En 1922 viajó a Argentina junto con Julio Romero de Torres, otro reconocidísimo pintor español, más dedicado a la pintura regionalista. Tras su nuevo éxito allí, regresó de nuevo a España, donde alternó estancias entre Madrid e Ibiza. Durante las décadas de 1930 y 1940 volvió a Argentina, pasó por Chile… donde tuvo una intensa actividad.

Durante sus últimos años tuvo que vivir cómo su pintura se quedó desfasada y un tanto olvidada por el nuevo panorama artístico, algo que, sumado a que su vista no dejaba de empeorar, hizo que apenas pudiese seguir trabajando.

Finalmente, murió en Madrid en 1964 y, a pesar de que durante su época sí llegó a alcanzar una gran resonancia, incluso a nivel internacional, en general el arte español no le ha dado el lugar que realmente se merece. Un pintor muy injustamente olvidado, pues su arte llegó en un momento en el que la modernidad irrumpió en el panorama artístico, dejando a un lado el arte más académico. Coincidió también con la implantación de la dictadura en nuestro país, con las consecuencias que esto supuso para el arte.  


Obra e influencias
De entre su enorme producción destacan los muchos retratos que dedicó a escritores y amigos, especialmente a su amigo y mentor, Ramón María del Valle-Inclán, además de a la aristocracia de la época; pero, sin duda, las absolutas protagonistas de su obra son las mujeres. Se denominaba a sí mismo “pintor de la mujer”.


Retrato de Concha Lagos (1952)

Concretamente, el gran logro de su carrera es el tema del desnudo femenino, género en el que destaca como uno de los más sugestivos intérpretes de la pintura española. Inspirándose en los más destacados desnudos femeninos de la historia de la pintura, aporta a sus obras un magistral estilo personal, cargado de sensualidad y simbolismo.

Como ya hemos adelantado, participó también en el modernismo español, movimiento que se desarrolló en Cataluña y afectó a la literatura y a las artes plásticas. Una de las características de dicho grupo fue la de pintar y dedicar poemas a bellas y populares bailarinas, actrices de teatro… de vanguardia, como Pastora Imperio o Mata Hari, en alabanza a su arte. Aunque sí participó del modernismo, rechazaba las nuevas corrientes de vanguardia, como mostraban sus continuos reproches a Pablo Picasso, al que reconocía como un gran pintor pero cuyo arte no comprendía.

Aunque el foco del modernismo en nuestro país se ubicó en Cataluña, también se desarrolló en otras partes del territorio. Anselmo Miguel Nieto, asentado en Madrid, fue uno de sus mejores representantes. El modernismo perseguía “el arte por el arte”, rechazando cualquier preocupación sociológica, la denuncia social, muy de moda a finales del siglo XIX como consecuencia del ambiente pesimista provocado por la crisis del 98.

No obstante, el pintor cultivó una pintura esteticista, de matiz simbolista, que buscaba su inspiración en la literatura modernista de la época. El fin último de su obra era la belleza, la eterna belleza. Huía de la vulgaridad, buscando continuamente reflejar un mundo exquisito, elegante y refinado, inspirado en la literatura (lo que ha hecho que su pintura se conozca como “literaria”), las sensaciones, la poesía, la danza, lo espiritual… Buscaba con su pintura mostrar el alma de las cosas.


Desnudo (1923)

Ya el Simbolismo volvió la vista al pasado para buscar su inspiración en el italianismo y el prerrafaelismo inglés, con sus poéticas evocaciones de un mundo de ensueño, representado por jóvenes de rostros delicados, a veces algo misteriosas, ensimismadas. 


Óleo sobre lienzo, Anselmo Miguel Nieto, Desnudo femenino (1913)
El motivo de esta nueva entrada es presentaros también por aquí la pieza que acaba de llegar a nuestra galería, este espectacular óleo sobre lienzo de Anselmo Miguel Nieto, representando un desnudo femenino. Fue en el género del retrato sobre el que brilló el pintor por encima de cualquier otro, pero son sus retratos de mujeres los que hicieron de él un pintor excepcional.



La obra representa en primer plano el cuerpo desnudo de una mujer, una joven de sensual belleza que posa para el pintor recostada en una cama, mirando directamente al espectador de manera insinuante y algo misteriosa, propia de la corriente simbolista.

Ella es la protagonista absoluta de la composición, sin nada que distraiga nuestra atención. La manera de representar los rasgos del rostro retratado, casi fotográfico, demuestran que detrás de la obra hay un estudio muy detallado por parte del pintor, que se muestra así como un maestro del dibujo. Hay detalles que captan en mayor medida nuestra atención, como el anillo que porta en su mano, el brillo de los labios… y, por encima de todo, la intensidad de su mirada.

Sin embargo, a pesar del cuidado estudio anatómico, este dibujo tan preciso se suaviza a la hora de dar vida a la piel de la mujer, con una pincelada más suelta y vaporosa, aunque sigue sin perder detalle. Esta pincelada se vuelve completamente libre y abocetada al pasar al segundo plano. En algunas ocasiones, como ocurre en este caso, los fondos de sus obras aparentan estar sin terminar, lo cual transmite la frescura y espontaneidad de lo inacabado.

Su estilo personal se conforma por la mezcla de las distintas influencias que le afectaron. Se encuentran en este tipo de obras continuas referencias al arte del Renacimiento y a los desnudos de los grandes maestros de la pintura. Su formación fue eminentemente clásica y academicista, y desde temprano se mostró como un gran admirador de los grandes maestros anteriores. Muchos de sus desnudos parecen inspirarse directamente en los de Velázquez o Goya, aunque también conoció directamente el Renacimiento, especialmente a Rafael, durante su estancia en Roma. De los venecianos, particularmente, de Tintoretto, tomó su técnica suelta y el sentido del decorativismo; de su contemporáneo Sorolla, el tratamiento de la luz; y del prerrafaelismo inglés y de su compañero Julio Romero de Torres, la línea simbolista.

Encontró en el cuerpo desnudo de la mujer la quintaesencia de la belleza y lo exquisito. No obstante, no son modelos venus idealizadas, sino mujeres reales en la plenitud de su belleza y el esplendor de su cuerpo; aunque la acentuación de lo erótico no le hace caer en la vulgaridad, sino que permanece elegante. Convierte a la mujer en la protagonista de su pintura, de esta y de toda su carrera.

Son muchas las influencias que marcaron a nuestro artista. Su obra es una mezcla entre el modernismo propio de la época que vivió y su profundo deseo de evocar en sus pinturas un clasicismo depurado, idealizado, de una belleza rebosante, tratando de vincularse con los grandes maestros del pasado. La propia insistencia en el tema de la mujer demuestra, una vez más, su apasionada búsqueda de la belleza.

Proviene de una colección privada de Valladolid, y fue adquirido por compra directa a los herederos, a la nieta del artista. Desde aquí puedes acceder al ENLACE DIRECTO.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía tiene cedida en depósito en el Museo de Jaén una obra en la que se representa a la misma mujer, prácticamente con la misma pose, excepto porque eleva uno de sus brazos, dirigiéndolo directamente hacia un bodegón de frutas y un mono que aparecen en el fondo. Fechada en 1920, con unas dimensiones algo mayores. El cuadro que aquí presentamos parece ser el estudio o la obra previa a la composición definitiva; sin embargo, en el fondo se puede apreciar que, en algún momento, figuró también el bodegón junto con el mono, aunque actualmente se encuentre oculto.


Desnudo (1920)

Por otro lado, la inspiración de estas dos obras en la Olimpia (1863) de Manet se hace más que evidente.