Óleo sobre lienzo que representa un espectacular bodegón de frutas, con distintas variedades de uvas y limones. Atribuido a la Escuela Italiana.
Presenta el estilo característico del género al que corresponde, realista y minucioso, que poco a poco fue ganando peso en la Historia del Arte. El gran artista Caravaggio (1573-1610) fue uno de los primeros artistas que representó naturalezas muertas con conciencia de obra pictórica, pero fueron muchos los que se valieron de él en algún momento de su carrera. Con orígenes en la antigüedad y muy popular en el arte occidental desde el siglo XVII, el bodegón da al artista más libertad compositiva que otros géneros pictóricos como el paisaje o los retratos. Antes de 1700, a menudo contenían un simbolismo religioso y alegórico en relación con los objetos que representaban.
También conocidos como naturalezas muertas, suelen presentar animales, flores, frutas, comidas, plantas… Su desarrollo se inscribe en el contexto de crecimiento de apreciación sobre la pintura y la explosión de interés por el naturalismo e imitación de la naturaleza que se empezó a desarrollar a finales del siglo anterior.
La obra, como es común en su género, destaca por la sobriedad de su composición y el interés tenebrista reflejado en el fondo oscuro, envuelto en una penumbra de la que parecen surgir los frutos, apoyados sobre la superficie de una tabla o mesa de madera y, a su vez, sobre una bandeja de cristal en la que se reflejan los frutos. La composición está muy estudiada y equilibrada, todas las frutas se amontonan en el centro del lienzo, aunque algunas parecen haberse derramado hacia los laterales.
Destaca un precioso y meticuloso realismo, absolutamente descriptivo, logrado gracias al manejo de la luz y del color, a través de las suaves variaciones de luces y sombras, y una gran volumetría de los objetos representados. El artista hace gala de su magnífica habilidad para la pintura de naturalezas muertas, especialmente apreciable en su forma de trabajar las diferentes calidades de los elementos.
Uno de los aspectos más curiosos de este género es la simbología que encierran. En este sentido, las frutas, como protagonistas de las obras, cumplen un papel fundamental. Las uvas representan los pensamientos impropios y la lujuria. Por su parte, los limones a lo largo de la historia del arte ilustraron la pureza, la fertilidad, la virtud, el saber, la sofisticación, la vida eterna…
Aparente firma en la esquina inferior derecha, ilegible.