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La iconografía de la Virgen de Belén es una de las representaciones dentro de las Vírgenes de Ternura, que penetra con gran fuerza en la plástica mariana durante el Gótico debido al naturalismo de raíz franciscana, que buscaba mostrar una relación normal entre una madre y un hijo, huyendo así de representar a María como el trono de Jesús. Se potencia entonces una actitud amorosa, como en este caso, donde la Virgen abraza al Niño, y éste le acaricia su cara. 

Pese a que esta iconografía tiene un origen lejano y occidental, fue muy empleada durante el periodo virreinal (s. XVI – s. XVIII) ya que así se fomentaba una religiosidad tierna y fácil aplicable a la fe cristiana.

En esta pintura, por tanto, aparecen ambos coronados y mirando dulcemente al espectador, sobre un fondo oscuro y neutro. Se observa un predominio del dibujo, que delimita y perfila las formas. Los colores se han aplicado de manera convencional, pero el sombreado en los volúmenes es extraordinario, reflejando una gran maestría por parte del autor. Destaca el detallismo de las coronas y de las joyas que portan, sobre todo las sortijas y anillos de sus manos. El engalanamiento de los personajes es una característica del arte colonial, en donde a las personas que se hacían retratar querían plasmar todo su poder a través de los objetos.

 

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La obra ha sido recién restaurada y reentelada. Se encuentra además recién enmarcado con madera dorada al oro fino. 

Alto (cm) 63.00
Ancho (cm) 48.00
Fondo (cm) 5.00
Peso (kg) -

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