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Óleo sobre tabla “Vista con viajeros”, Nieuwelandt (atribuido), Atelier de Paul Bril, s. XVI

Se trata de un óleo sobre tabla realizado en el siglo XVI, atribuido a Willem van Nieulandt II, pintor que formaba parte del atelier de Paul Bril.

Dividido en dos planos, un magnífico paisaje se presenta ante nosotros. En el primero de ellos, unos viajeros parecen entrar en la composición por la esquina inferior derecha, haciéndonos participes de la escena y guiando nuestra vista hacia las elevaciones rocosas situadas al fondo de la composición. En el segundo plano se advierte la ciudad a la que parecen dirigirse, donde destacan las altas agujas de las construcciones. Por último, el plano restante se compone de las montañas que aparecen al fondo y el cielo nuboso. Destaca también la paleta de colores, en tonos marrones para ese primer plano rocoso, con apenas vegetación; a partir del segundo plano, el marrón comienza a mezclarse con el verde y el azul, para dar paso por fin en el último plano al cielo azulado. La pincelada es académica, precisa y detallista. Esta composición es la característica de la obra de Paul Bril.

Esta obra en particular está atribuida, según lo indicado en la parte inferior del propio marco, al taller o Atelier de dicho Paul Bril. Tras un detallado estudio de la obra y sus características, desde Fragonard Interiors hemos llegado a la conclusión de que, encajando con su estética naturalista, la obra podría pertenecer a Willem van Nieulandt II, el más concentrado en la naturaleza, frente a los paisajes marinos, de sus dos discípulos directos. Se aprecia en él una observación directa de la naturaleza, que confiere un impresionante realismo a sus obras.

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Paul Brill (1554 - 1626)

Paul Bril o Brill, nacido en Amberes en 1554, fue un pintor, dibujante y grabador flamenco. Se crio y formó en una familia de artistas, ya que su padre y su hermano eran también pintores. Inició su formación artística en Amberes, para unos años más tarde, hacia 1582, trasladarse a Roma, donde llegó a colaborar con su hermano pintor, el artista Mattheus Bril, en distintos trabajos.

En sus primeras obras demuestra la influencia imperante del paisajismo flamenco, tendencia inaugurada por Pieter Bruegel. Son obras que denotan un sentido de la naturaleza exuberante, dramático y abigarrado, construidas mediante horizontes altos y franjas de luz y sombra muy contrastadas para crear sensación de profundidad. Sin embargo, al conocer la tradición del paisajismo italiano, sobre todo la obra de Annibale Carracci (en línea con una estética más clasicista), su obra se tornó más serena y equilibrada, presentando así unas transiciones más suaves entre planos y un tipo de iluminación más uniforme.

Aunque realizó también grandes frescos, su obra es especialmente conocida por sus pequeños paisajes sobre tabla o sobre cobre, donde puede representar diversos temas y tipos humanos, desde peregrinos, ermitaños rezando, pescadores, mendigos, etc. normalmente en marinas tempestuosas, grandes enclaves boscosos, colinas rústicas entre antiguas ruinas... por lo que también se las conoce como vistas ideales o vistas de fantasía. De entre sus mecenas destacan el cardenal Francisco Borromeo, en Milán, o el duque Fernando Gonzaga, de Mantua.

Atelier en Roma

Su taller de Roma, activo desde la década de 1590, resultó un foco de atracción para otros artistas. Algunos de sus seguidores fueron Willen van Nieulandt o Cornelis Vroom. A parte, sus marinas ejercieron una importante influencia sobre las ejecuciones de Agostino Tassi, así como sobre Claudio de Lorena, el mayor exponente de la vertiente clásica del paisajismo.

Su obra resultó desde los inicios muy apreciada en los Países Bajos, pero es necesario destacar además su papel como uno de los iniciadores del paisaje italiano moderno, que cobró una importancia vital en siglos posteriores, especialmente el XVII, llegando a influir sobre artistas como Claudio de Lorena. El gran pintor Rubens llegó a intervenir en una de sus obras, Paisaje con Psique y Júpiter (hacia 1610, conservada actualmente en el Museo del Prado).

Willem van Nieulandt (1584 - 1635)

De sus dos discípulos más directos, aquellos que conformaron su escuela romana, mientras que Cornelisz. Vroom se especializó en los paisajes de marinas, Adrien van Nieulandt se ocuparía principalmente de la realización de naturalezas, de imágenes urbanas o de escenas de ruinas romanas. Su padre, Adrien van Nieulandt I, ya había nacido en el seno de una familia de artistas de origen flamenco en Amberes. Nieulandt I mantuvo el legado familiar y sus tres hijos, Willem van Nieulandt II, Adriaen van Nieulandt y Jacob van Nieulandt, se convirtieron en pintores.

También conocido como Nieuwelandt, muy probablemente comenzó su formación dentro del ámbito familiar, más tarde, en 1599, entraría como alumno en el taller de Roelant Savery. Solo dos años más tarde, en 1601, lo encontraremos en Roma, donde destaca su afinidad con Paul Bril, del cual recibirá numerosas lecciones y con el cual descubrirá el arte de los centros artísticos más importantes de la península, con el fin de conocer a los maestros italianos y completar así su formación pictórica. Además, durante su estancia se concentró en pintar y dibujar todo tipo de ruinas de la antigüedad, monumentos, arcos y templos que encontraba por las calles de Roma. En la primavera de 1606, y habiendo retornado ya a Ámsterdam, el joven Adren van Nieulandt de 22 años se casó con Anna Hustaert.

Su labor pictórica es innegable, pero por aquel entonces Nieulandt era más conocido como poeta y dramaturgo que como pintor. En Amberes se convirtió en miembro de la cámara de retórica entre 1613 a 1621. Incluso en el mayo de 1620, obtuvo el premio al mejor poema en un concurso de retórica. Su pasión por la escritura se la trasladó a su hija Constantia, la cual se convertiría también en una poeta muy respetada.

Pero retornando a su obra pictórica, sus esplendidos paisajes se caracterizan por la división tonal del color del cuadro en dos bandas: una más oscura en primer término, reflejo de un mar agitado o de la sombra de la vegetación; y una alejada en perspectiva y que contrasta por sus tonalidades más claras y brillantes, dando lugar a una gran luminosidad y una línea del horizonte desdibujada. Se crea así una clara sensación de lejanía y en el fondo las formas parecen desvanecerse al entremezclarse con las nubes del cielo. Estos contornos difuminados y desdibujados contrastan también con un primer plano perfectamente detallado, donde cada elemento es representado con una cuidadísima minuciosidad. Asimismo, son comunes en su obra los puntos de horizonte bajos, aportando una mayor naturalidad a sus paisajes finales.

Dimensiones

Dimensiones totales: 54 x 47 x 6 cm

Dimensiones sin marco: 35 x 29,5 cm

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